La OMS reconoció que el glifosato es cancerígeno

Luego de que en 2011 la reconocida organización ambientalista Greenpeace advirtiera al mundo entero que el Glifosato produce daños en la salud, recién en 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) se expresó en el mismo sentido y sumó a este pesticida y a otros más en la lista de agrotóxicos.

Pero no fue Greenpeace la única que denunció reiteradamente los peligros del uso del herbicida más utilizado del mundo a través de “Glifosato: Informe de Greenpeace advierte efectos nocivos para la salud y el ambiente”, también lo hicieron vecinos, comunidades de campesinos y médicos.

Finalmente, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc), dependiente de OMS, declaró cinco pesticidas como cancerígenos “posibles” o “probables”. A través de un comunicado explicó que se ha publicado un sumario con las evaluaciones finales en la revista The Lancet Oncology en el que se detallan los hallazgos de los investigadores de la agencia. “También causó daño del ADN y en los cromosomas en las células humanas”, alerta el trabajo científico y detalla que se detectó glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de humanos.

(Mirá el informa aquí Informe_de_la_IARC_1.pdf)

Sobre el herbicida glifosato hay “evidencia limitada” de que puede producir linfoma no-Hodgkin en seres humanos, y hay pruebas “convincentes” de que puede causar cáncer en animales de laboratorio. Este último tiene el mayor volumen de producción global de todos los herbicidas, y se utiliza sobre todo en la agricultura.

Su uso se ha disparado a partir del desarrollo de cosechas modificadas genéticamente para hacerlas precisamente resistentes al uso de este agente, en Argentina se utiliza principalmente en las extensas plantaciones de soja y maíz en la Pampa húmeda.

Según diversas publicaciones, en Argentina unos 30 millones de hectáreas son “curadas” con glifosato, para los que se utilizan unos 300 millones de litros del pesticida cada año. Esto hace que ninguna plaga ni yuyo pueda desarrollarse, solo los cultivos transgénicos. Pero lo que puede considerarse más grave tras el informe es que está permitido su uso en cítricos, frutales de pepita (manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pasturas, pinos y trigo.

Si bien la firma más reconocida, líder en la comercialización de este producto es Monsanto (con la marca Roundup), desde hace unos años es producido por un centenar de empresas, entre las que se incluyen Syngenta, Basf, Bayer, Dupont, Dow Agrosciences, Atanor, YPF, Nidera, Nufarm, Red Surcos, Vicentín y Sigma Agro, entre otras.

La denuncia más reconocida en Argentina por el uso de este herbicida es la de las Madres del Barrio Ituzaingó Anexo en Córdoba, que incluso llegó a juicio penal con condenas para el productor y el fumigador. Y también se sumaron los estudios científicos que daban cuenta de abortos espontáneos, cáncer, malformaciones y afecciones agudas, entre otras consecuencias.

Según publica la agencia de noticias La Vaca, la estadística de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), que reúne a todas las grandes empresas de agroquímicos, en 1996 se usaban en Argentina 11 millones de litros de glifosato y aunque hoy ya no tiene datos al respecto, la Red de Médicos de Pueblos Fumigados sostiene que en los campos argentinos se arrojan 320 millones de litros de glifosato por año, dejando a 13 millones de personas en riesgo de ser afectadas por el químico.

Por su parte, Andrés Carrasco (ya fallecido), jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador principal del Conicet, confirmó en 2009 que el glifosato producía malformaciones en embriones anfibios, incluso en dosis hasta muy inferiores a las utilizadas en el campo. En 2010 publicó su trabajo en la revista científica estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología), lo que lo llevó a enfrentar una campaña de desprestigio por parte de las empresas, de sectores de la academia y de funcionarios políticos, como el ministro de Ciencia, Lino Barañao. “Los transgénicos y los agrotóxicos en Argentina son un experimento masivo a cielo abierto”, solía decir.

El informe de la OMS:

IARC publicó los resultados de un año de trabajo de 17 expertos de once países. El informe detalla que la evidencia en humanos corresponde a la exposición de agricultores de Estados Unidos, Canadá y Suecia, con publicaciones científicas desde 2001.

El IARC-OMS recuerda que, en estudios con ratones, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos había clasificado al glifosato como posible cancerígeno en 1985 pero luego (1991) modificó la calificación. Los científicos del IARC consideran que, desde la reevaluación de la EPA hasta la fecha, hubo “hallazgos significativos y resultados positivos para llegar a la conclusión de que existen pruebas suficientes de carcinogenicidad en animales de experimentación” y afirman que estudios en personas reportaron “incrementos en los marcadores sanguíneos de daño cromosómico” después de fumigaciones con glifosato.

El documento se llama “Evaluación de cinco insecticidas organofosforados y herbicidas”. Fue publicado en la sede del IARC en Lyon (Francia) y remarca que las evaluaciones son realizadas por grupos de “expertos internacionales” seleccionados sobre la base de sus conocimientos y sin conflictos de interés (no puede tener vinculación con las empresas).

La respuesta de Monsanto:

En su página web, la compañia publica su descargo respecto al informe de la OMS. Monsanto no está de acuerdo con la clasificación del IARC sobre el glifosato”, reza el título.

“Todos los usos de glifosato incluidos en la etiqueta son seguros para la salud humana, lo que está respaldado en una de las bases de datos de salud humana más extensas en todo el mundo sobre productos agrícolas. De hecho, cada herbicida a base de glifosato en el mercado cumple los rigurosos estándares establecidos por las autoridades regulatorias para proteger la salud humana”, señala la firma.

Además, sostiene: “Nos enorgullecemos de la ciencia que hay detrás y de la seguridad, de nuestros productos. Estamos comprometidos con el desarrollo de productos que contribuyen a que existan opciones de alimentos nutritivos y seguros para todos los consumidores”. “Ya nos hemos acercado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para comprender cómo, a pesar de la cantidad de conocimiento científico que existe sobre el glifosato, el panel del IARC pudo haber establecido una clasificación que contradice las evaluaciones científicas y regulatorias”, agrega.

“Creemos que las conclusiones acerca de un tema tan importante como la inocuidad de los alimentos DEBEN SER objetivas, completas y basadas en ciencia de calidad, que se adhiera a estándares reconocidos internacionalmente. Nos sumamos a otros que ven este proceso del IARC y su evaluación con fuerte escepticismo. En el pasado, el IARC ha recibido críticas por la forma en que conduce sus evaluaciones y su falta de objetividad. http://cebp.aacrjournals.org/content/22/1/11.full”, señala.